Mezclando y reforzando vacunas

Mezclando y reforzando vacunas

Mezclando y reforzando vacunas 1024 621 Constanza Armas

Autor: Javier Hourcade Bellocq

Ante la carencia de segundas dosis en general, pero en particular en el caso de Sputnik V cuya segunda dosis tiene un composición diferente, los gobiernos se han visto obligados mezclar y empatar (del inglés mix and match) dos vacunas diferentes como parte del esquema empleado. Por ejemplo, Argentina con millones de personas que esperaban la segunda dosis de la vacuna rusa, cumplido los tres meses y como resultado de pequeños estudios de inmunogenicidad, se aprobó usar como segunda dosis las vacunas de Astrazeneca y Moderna.

La inmunogenicidad se define como la capacidad de una determinada sustancia, en este caso las vacunas, para generar respuestas inmunes, por ejemplo, eventos adversos o problemas en la efectividad del vacuna o medicamento. Las vacunas producen una inmunogenicidad que es un evento deseado, para que el organismo se defienda frente a virus o bacterias que generan una enfermedad especifica.

La combinación de vacunas toma un mayor protagonismo frente al empleo de las tercer dosis de refuerzo, por ejemplo, en Estados Unidos de Norteamérica, las vacunas de Pfizer y Moderna son fácilmente intercambiables por su composición, y en el caso de la vacuna de Jonhson & Jonhson, se recomendará reforzarla con otra dosis.

Bajo la presunción y algunas evidencias iniciales de que las vacunas pierden su efecto de mantener anticuerpos contra el COVID-19, y en el contexto de nuevas variantes de interés circulando, los países más ricos ya han comenzado con las dosis de refuerzo. En principio, se recomiendan para profesionales de la salud, personas mayores de 65 años y aquellos con condiciones de salud pre-existentes. Pero aquellos países con mayor capacidad de concentrar vacunas probablemente puedan ofrecer los refuerzos o boosters en forma masiva, a pesar del llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ha hecho un llamado a los países ricos para que se comprometieran en primero dirigir las vacunas en sus stocks a los países mas pobres por razones humanitarias, y porque no existen suficientes evidencias sobre la necesidad de un refuerzo.

Sin ir mas lejos, los países con mayor cantidad per capita de vacunas como los EE.UU. no logrado romper el techo bajo de vacunación en adultos y avanzan lentamente con adolescentes y niños. Las evidencias científicas aún no justifican la urgencia de un refuerzo, peor acercándose el primer aniversario de las primeras vacunaciones en el norte, sumado al invierno, nadie quiere arriesgar.

Persistir en la idea de acaparar vacunas para emplearlas como terceras dosis de forma masiva, podría generar un círculo vicioso donde los porcentajes de vacunación en los países más pobres continuaran siendo infinitamente inferiores a los ricos lo que, como ya esta comprobado, es el caldo de cultivo para la mutaciones virales, denominadas variantes de interés que terminaran afectandonos a todos. Lo que demuestra que “nadie está a salvo hasta que todos lo estemos”.