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Hepatitis

¿Qué es la hepatitis
y como se transmite?

La hepatitis refiere a la inflamación del hígado, el órgano que procesa los nutrientes, sintetiza las proteínas y cumple una función desintoxicante. La afección puede remitir espontáneamente o evolucionar hacia una fibrosis (cicatrización), una cirrosis o un cáncer de hígado.

Hepatitis

Los virus de la hepatitis son la causa más frecuente de las hepatitis, que también pueden deberse a otras infecciones, sustancias tóxicas (por ejemplo, el alcohol o determinadas drogas) o enfermedades autoinmunitarias.

Existen varios tipos de hepatitis virales, de acuerdo con el tipo de virus con el que la persona se infecte. Los más comunes son hepatitis A, hepatitis B y hepatitis C.

Hepatitis A

Es causada generalmente por la ingestión de agua o alimentos contaminados de material fecal. Esta enfermedad no es crónica y rara vez es mortal. Sin embargo, puede causar síntomas e, inclusive, una insuficiencia hepática grave.

Se previene lavando y cocinando bien los alimentos, lavándose las manos, consumiendo agua potable o hervida y por medio de la vacunación a los niños desde los 12 meses de vida. La vacuna también está recomendada, previa evaluación médica, para poblaciones que concurren en conductas de riesgo, como usuarios de drogas, personas en contacto con casos de hepatitis A u personas que tienen relaciones sexuales anales sin protección, entre otros.

No existe tratamiento específico para esta enfermedad. Los síntomas suelen desaparecer a lo largo de algunas semanas o meses. Si no se presenta insuficiencia hepática aguda, no es necesaria la hospitalización.

Hepatitis B

Es una infección hepática potencialmente mortal causada por el virus de la hepatitis B (VHB). Representa un importante problema de salud a escala mundial. Se puede cronificar y conlleva un alto riesgo de muerte por cirrosis y cáncer de hígado.

Se producen por vía vertical al nacer, transfusiones de sangre o productos sanguíneos contaminados, procedimientos médicos invasivos en que se usa equipo contaminado, así como el contacto sexual anal, vaginal u oral sin preservativo. El virus de la hepatitis B puede sobrevivir fuera del organismo por lo menos 7 días. Durante este periodo puede infectar si penetra en el organismo de una persona no vacunada.

El periodo medio de incubación del virus de la hepatitis B es de 75 días, pero puede oscilar entre 30 y 180 días.

Hepatitis C

Es una enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre (VHC) que puede causar hepatitis aguda o crónica, cuya gravedad varía entre una dolencia leve que dura algunas semanas y una enfermedad grave de por vida (es una importante causa de cáncer hepático).

Este virus se transmite a través de la sangre por lo que puede ocurrir por consumo de drogas inyectables, prácticas de inyección o de atención sanitaria poco seguras, transfusión de sangre, productos sanguíneos sin analizar, y prácticas sexuales que conllevan contacto con sangre (por ejemplo, el sexo anal, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, en especial los que tienen VIH o los que toman profilaxis contra esta infección antes de la exposición).

También se puede transmitir por vía sexual y puede pasar por vía vertical, aunque estas formas de transmisión son menos frecuentes.

Síntomas del
VHB y VHC

La mayoría de las personas no presentan síntomas inmediatamente después de infectarse (tras la exposición inicial, aproximadamente un 80% de los casos son asintomáticos.). Sin embargo, algunas personas presentan un cuadro agudo con síntomas que duran varias semanas, como coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia), orina oscura, cansancio extremo, náuseas, vómitos y dolor abdominal.

En un pequeño grupo, el VHB y el VHC pueden causar también una infección hepática crónica que, posteriormente, puede desembocar en cirrosis (endurecimiento del hígado) o cáncer hepático.

La vacuna contra la hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esta enfermedad

Diagnóstico de la
hepatitis

Las manifestaciones clínicas no permiten diferenciar la hepatitis B o C de las hepatitis causadas por otros virus, por lo que es primordial confirmar el diagnóstico mediante pruebas analíticas. Se dispone de algunos análisis de sangre para diagnosticar la enfermedad y hacer un seguimiento de las personas con el VHB. Dichos análisis se pueden utilizar para distinguir las infecciones agudas de las crónicas.

Las pruebas analíticas persiguen detectar el antígeno de superficie del VHB (HBsAg). La infección aguda por el VHB se caracteriza por la presencia de anticuerpos contra el antígeno de superficie del virus (HBsAg) y de inmunoglobulinas M (IgM) contra el antígeno del núcleo (HBcAg). En la fase inicial de la infección, las personas son también seropositivos para el antígeno e (HBeAg). Este antígeno por lo general indica que el virus se está replicando intensamente, y que la sangre y los líquidos corporales de la persona infectada son muy contagiosos.

La infección crónica se caracteriza por la persistencia del HBsAg durante más de seis meses, con o sin presencia del HBeAg. La persistencia del HBsAg es el principal marcador del riesgo de sufrir hepatopatía crónica y cáncer de hígado más adelante.

En cuanto al diagnostico de la infección por el VHC se realiza en dos etapas:

  • Con una prueba serológica se detectan los anticuerpos anti-VHC que genera el organismo para defenderse de la infección.
  • Si los anticuerpos anti-VHC son positivos, para confirmar la infección crónica se necesita una prueba de detección del ácido ribonucleico (ARN) del virus, puesto que un 30% de las personas infectadas por el VHC eliminan espontáneamente la infección gracias a una fuerte respuesta inmunitaria, sin necesidad de tratamiento. Sin embargo, aunque ya no estén infectadas seguirán dando positivo para los anticuerpos anti-VHC.

Una vez diagnosticada una infección crónica por VHC se deberá evaluar la magnitud del daño hepático (fibrosis y cirrosis). Esto puede hacerse por biopsia hepática o diversas pruebas incruentas. En función del daño hepático existente se orientan las decisiones terapéuticas y la conducta clínica.

¿Cómo se previene la hepatitis?

La vacuna contra la hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esta enfermedad. La OMS recomienda administrarla a todos los lactantes lo antes posible tras el parto, de ser posible durante las primeras 24 horas de vida, y completar la pauta vacunal con una segunda o tercera dosis separadas por al menos cuatro semanas. Administrar oportunamente la dosis al nacer es una forma eficaz de reducir la transmisión vertical. Las vacunas contra el VHB generan anticuerpos que proporcionan niveles de protección superiores al 95% en los lactantes, los niños y los adultos jóvenes. Esta protección dura por lo menos 20 años y, probablemente, toda la vida. En cuanto a la hepatitis C, no existen vacunas.

En todos los casos como medidas de prevención se recomienda el uso del preservativo en todas las relaciones sexuales, evitar compartir agujas o elementos cortopunzantes y utilizando materiales descartables o esterilizados para tatuajes o piercings, entre otros. En caso de las personas embarazadas, es necesario solicitar los estudios necesarios para evitar la transmisión al bebé.

Tratamientos
para la hepatitis

No hay ningún tratamiento específico contra el VHB aguda, por lo tanto, la indicación se concentra en mantener reposo, una nutrición adecuada y supervisión médica. Lo más importante es evitar medicamentos innecesarios. La infección crónica por el VHB puede tratarse con medicación antiviral oral, que retrasa el avance del virus. Por tanto, cuando se inicia el tratamiento contra la enfermedad se debe mantener durante toda la vida.

La infección por el VHB puede causar complicaciones a largo plazo: la cirrosis y los carcinomas hepatocelulares dan lugar a una importante carga de morbimortalidad. El cáncer de hígado progresa rápidamente y, puesto que hay pocas opciones de tratamiento, tiene mal pronóstico. En los entornos de ingreso bajo, la mayoría de los afectados fallecen a los pocos meses del diagnóstico. En los países de ingreso medio y alto se puede prolongar la vida unos cuantos años mediante intervenciones quirúrgicas y quimioterapia. A los pacientes con cirrosis se les puede hacer un trasplante, con resultados variables.

Con respecto al VHC no siempre requiere tratamiento, en caso de necesitarlo éste puede curar la infección. Desde hace algunos años, están disponibles a nivel mundial diversos tratamientos para la hepatitis C, aunque el acceso en algunos países es limitado.

Personas con riesgo de
sufrir VHB de forma crónica

La probabilidad de que la infección por el VHB se cronifique depende de la edad a la que se produzca. Los lactantes y niños pequeños (antes de los 6 años) infectados son los que corren más riesgo de sufrir una infección crónica. Según datos de la OMS, en personas adultas sanas que se infecten, menos de un 5% sufrirán infección crónica; y del 20% al 30% de los adultos que padecen infección crónica sufrirán cirrosis y/o cáncer hepático.