La pérdida de olfato supera a la gravedad de la enfermedad como predictor del deterioro cognitivo a largo plazo

La pérdida de olfato supera a la gravedad de la enfermedad como predictor del deterioro cognitivo a largo plazo

La pérdida de olfato supera a la gravedad de la enfermedad como predictor del deterioro cognitivo a largo plazo 1024 576 Constanza Armas

Traducción libre del Journal of Alzheimer’s and Dementia (Repositorio UCA).

Conclusiones:

Los adultos mayores sufrieron con frecuencia un deterioro cognitivo persistente tras recuperación de la infección por SARS-CoV-2; este se correlacionó con la perdida de olfato (anosmia) persistente y no con no con la gravedad del COVID-19.

Antecedentes:

El COVID-19 ha afectado a más de 150 millones de personas y más del doble han transitado la enfermedad de forma asintomática. Esta enfermedad incluye manifestaciones en el sistema nervioso central (SNC) y puede provocar secuelas neuropsiquiátricas crónicas. Los factores de riesgo de las secuelas del COVID-19 se solapan con los de la enfermedad de Alzheimer (EA), especialmente la edad avanzada. El Consorcio de la Asociación de Alzheimer, sobre las Secuelas Neuropsiquiátricas Crónicas de la de la infección por SARS-CoV-2 (CNS SC2), estableció definiciones armonizadas y metodologías de evaluación para valorar y hacer un seguimiento longitudinal (a través del tiempo) de cohortes de adultos mayores con exposición variable a COVID-19.

Presentamos datos preliminares de CNS SC2 en una cohorte prospectiva de 234 adultos mayores amerindios de Argentina.

Método:

Los participantes fueron mayores a 60 años reclutados del registro sanitario de la provincia de Jujuy que contiene todos los datos de las pruebas con SARS-CoV-2 (independientemente del estado clínico y del resultado de las pruebas). Invitamos aleatoriamente a los adultos mayores estratificados por el estado de las pruebas, independientemente de la gravedad de los síntomas, un mínimo de 3 meses después de la recuperación clínica (máximo 6 meses). La evaluación incluyó una entrevista; evaluación neurocognitiva; escala de reactividad emocional; y evaluación neurológica (prueba semicuantitativa de la función olfativa, la función motora, la coordinación y la marcha).

Resultados:

Se evaluaron 233 participantes infectados y 64 controles. La duración media del aprendizaje formal fue de de 9,35 ± 2,6 años y la edad media fue de 66,7 ± 5,13 años. Se dispuso de datos normativos de la población local para la lista de palabras, los bloques de Corsi, los recorridos orales y las pruebas de cinco dígitos y se utilizaron para normalizar las puntuaciones Z y categorizar la muestra en 3 grupos: cognición normal (NC,44,6%); deterioro de la memoria solamente (MOI,21%); y deterioro de dominios múltiples (MDI,34,4%). Los individuos con MDI presentaban graves alteraciones en la memoria a corto plazo; la memoria semántica; la denominación; la función ejecutiva y la atención en comparación con los grupos NC o MO. La gravedad del deterioro cognitivo se correlacionó significativamente con la gravedad de la disfunción olfativa (χ2 = 13,82; p= 0,003) pero no con la gravedad de la COVID-19 aguda.