Embarazo en una pandemia: desigualdades en la salud materna

Embarazo en una pandemia: desigualdades en la salud materna

Embarazo en una pandemia: desigualdades en la salud materna 1024 576 Constanza Armas

*Traducción libre de The Lancet

La pandemia de COVID-19 y las modificaciones resultantes a los servicios sanitarios han agravado el número global de resultados perinatales negativos. Utilizando datos de los registros sanitarios electrónicos, un estudio de Piekos y sus colegas demostraron que la infección leve o moderada por el SARS-CoV-2 en las primeras etapas del embarazo, aumentaba el riesgo de parto prematuro y mortinato, lo que pone de relieve la importancia de dar prioridad a las embarazadas para la vacunación contra el COVID-19.

Sin embargo, la pandemia también ha puesto de manifiesto las disparidades sociales y raciales en estos resultados. En el informe rápido de MBRRACE-Reino Unido se constató que, seis de las diez mujeres examinadas que murieron durante o después del embarazo a causa del COVID-19 o de sus complicaciones, eran de raza negra o pertenecían a un grupo minoritarios.

En esta línea, se ha reconocido anteriormente que estas disparidades desempeñan un papel en los resultados adversos en el embarazo. Utilizando datos de 2017 a 2019, estos efectos se evidencian en un informe sobre muertes y morbilidad maternas de MBRRACE-UK donde se mostraron desigualdades persistentes en las tasas de mortalidad materna. En función de estos resultados las mujeres asiáticas, de origen étnico mixto o de raza negra,  tenían mayor riesgo de morir en el embarazo en comparación con las mujeres blancas.

Asimismo, en Estados Unidos, los datos de 2014 a 2017 mostraron que las mujeres de raza negra, originarias americanas y las nativas de Alaska, tenían más probabilidad de morir durante el embarazo o en el plazo de un año si se comparaba con mujeres de otros grupos raciales y étnicos. Los estudios han investigado las causas sistémicas subyacentes, como la situación socioeconómica. Por ejemplo, los análisis de datos de Reino Unido de 2015 a 2017 descubrieron que el 24% de los mortinatos, el 19% de los partos prematuros y el 31% de los nacimientos con restricción del crecimiento fetal podrían atribuirse a la desigualdad socioeconómica, y el ajuste por factores incluyendo el grupo étnico redujo sustancialmente estos porcentajes.

Las políticas gubernamentales obsoletas también pueden tener efectos de larga duración. En EE.UU., la «redlining» es una práctica histórica de delimitar zonas y basar la seguridad de las inversiones, en función de la composición racial de estas zonas, repercute negativamente en las personas de raza negra. Esta práctica se ha vinculado a los malos resultados en materia de salud. Dentro de las zonas delimitadas, la tasa de nacimientos prematuros es mayor en los barrios clasificados como peligrosos en comparación las comunidades mejor clasificadas, lo que pone de manifiesto las consecuencias duraderas del racismo estructural.

Las tecnologías digitales han sido reconocidas como una como herramienta potencial para abordar las desigualdades sanitarias raciales y étnicas. Una asociación entre el NHS AI Lab y la Fundación para la Salud financian cuatro proyectos basados en la inteligencia artificial, como el desarrollo de normas para mejorar la representatividad de los conjuntos de datos sanitarios y aprendizaje automático para investigar los factores que contribuyen a los resultados nocivos de las madres de distintos grupos étnicos.

Dado que los prejuicios implícitos en los sistemas sanitarios pueden afectar a la atención y el tratamiento recibidos, la aplicación Irth se desarrolló para que las mujeres embarazadas de raza negra pudieran buscar y escribir opiniones sobre médicos u hospitales,  para que otras personas como ellas puedan tomar decisiones más informadas sobre dónde y de quién recibir atención médica.

El uso de herramientas digitales también puede acelerar la aplicación de cambios en todo el sistema. Un ejemplo, es la eliminación de las variables de raza y etnia de una calculadora utilizada para estimar la probabilidad de un probabilidad de éxito de un parto vaginal tras cesárea, que predice sistemáticamente una menor probabilidad de éxito para de las personas de raza negra; la herramienta actualizada ha demostrado proporcionar opciones equitativas para un parto seguro.

Está claro que el COVID-19 sólo ha servido para empeorar las desigualdades en materia de salud materna, y para abordarlas requiere un enfoque multifacético. Es imperativo garantizar un acceso equitativo a la atención sanitaria y a los tratamientos incluyendo las vacunas COVID-19, para prevenir resultados adversos, y eliminar los prejuicios en las interacciones entre pacientes y proveedores.

Reconocer y abordar las de las desigualdades fuera del sistema sanitario, por ejemplo, proporcionando mayor acceso a la salud y al empleo, también contribuiría a mejorar los resultados sanitarios.

La sanidad digital, como la telemedicina, han demostrado ser efectiva para la gestión de los problemas de salud durante la pandemia, pero se necesita más inversión para aumentar la disponibilidad de estos servicios a las comunidades rurales y desatendidas. También es vital recopilar datos representativos a nivel mundial sobre los resultados maternos y perinatales, para impulsar que los gobiernos rindan cuentas y realicen cambios políticos que garanticen una experiencia materna segura, saludable y equitativa para todas las personas.